jueves, 11 de abril de 2013

¿Qué es un hórreo?


El hórreo asturiano goza de la mayor popularidad, tiene un innegable valor folklórico y es uno de los hitos de la identidad asturiana.


 Edificio de madera que sirve de granero, despensa, almacén y circunstancialmente de habitación y que está elevado sobre pilares para evitar de este modo la humedad del suelo, en una región lluviosa, y a su vez impedir que penetren en la cámara roedores y otras alimañas  que pudiesen comerse o estropear su contenido. Se logra este último cometido interponiendo losas horizontales salientes entre los pilares y la caja del hórreo, obstáculo que los ratones no pueden franquear.


El hórreo que hoy conocemos tiene una estructura particular, específica de Asturias, y aparece en las postrimerías  del siglo XV perteneciendo las fechas más antiguas que se han hallado a la primera década del siglo XVI. Su creación está localizada en un lugar concreto de Asturias. Sin embargo, son conocidos graneros elevados sobre pilares y con el sistema pilar-losa horizontal en diversas zonas húmedas de todo el mundo; en la misma Asturias existieron y, en menor medida, aún existen otros modelos de hórreos.

A veces, graneros de lugares muy lejanos guardan un parecido asombroso con los nuestros. Así ocurre por ejemplo con ciertos modelos iraníes techados de paja y que en su aspecto externo recuerdan vivamente a los hórreos del suroccidente de Asturias. En Europa existieron hórreos en las Islas Británicas, existen en Suiza, en los países escandinavos, en Portugal, en todos los Balcanes... Es muy significativa la pervivencia hasta la actualidad de graneros tipo hórreo en zonas con climas y orografías parecidas a la cantábrica.

Tenemos noticia ya desde época clásica de la existencia de hórreos en la Hispania Citerior a través de Marco Terencio Varron que nos habla de granarium sublimia. Los escritores romanos que trataron sobre temas relacionados con la agricultura conocían bien este tipo de graneros elevados; el mismo Vitrubio, que vivió en el siglo I de nuestra era, alababa su conveniencia y recomendaba su uso en toda explotación agrícola. Aunque conocida por los clásicos, la palabra hórreo podría estar relacionada con el oronímico orro, de raíz preindoeuropea, cuyo significado sería lugar elevado, la característica más significativa de los hórreos. Fijándonos en esto descúbrense en Asturias y en otros lugares muchos topónimos de ese tipo como por ejemplo Orria, peña Orrial, L’Orrín... todos ellos peñas o picos elevados; Urria designando dos aldeas altas de los concejos de Teberga y Somiedo, Urriellu y los Urrieles en la zona de Cabrales y los picos de Europa. Incluso cerca de El Palombo, en nuestro concejo, hay una Casa el Horro por estar al lado de una pequeña colina prominente de dicho nombre. En vasco hórreo se dice garai o garaixe y aunque no hay unanimidad entre los etimologistas, se podría derivar de garai en su significado de lugar alto.


 No tenemos ningún testimonio evidente que atestigüe la presencia de hórreos en época protohistórica o romana en Asturias, pero legos en arqueología como somos, los hoyos para postes de la zona oeste del castro del Chao Samartín en Grandas de Salime o los restos de lajas de pizarra salientes de algunas cabañas del Castellón de Coaña nos evocan  pies de horreum  y piedras tornarratos de cabazo, aunque en este punto quizá sea mayor nuestro deseo que la razón de nuestras propuestas.

 Desde comienzos del siglo IX existen referencias documentales a hórreos en todo el septentrión de la península ibérica: norte de Burgos, Huesca, La Rioja, País Vasco, Cantabria y, como no, Asturias y Galicia. Evidentemente serían hórreos distintos al asturiano actual pero compartirían la cualidad de estar elevados del suelo y de tener muelas para defenderse de los roedores. Estos hórreos fueron desapareciendo con el transcurso de los siglos y hoy en la mayor parte de la extensa área que ocuparon no se conserva recuerdo de ellos. Se sabe que pervivieron más tiempo en  el País Vasco y Cantabria, donde permanecen en pie unos pocos ejemplares, lo mismo que en las áreas montañosas norteñas de León, Palencia y Navarra.

 En el siglo XVI abundaban en el País Vasco, pero a partir del XVII comienzan a desaparecer para hacerlo casi del todo en el XVIII. Una de las teorías explicativas de su desaparición plantea que con la llegada del maíz y el aumento de las cosechas, unidas estas circunstancias a la mayor potencia económica de las caserías en estos lugares, los hórreos serían sustituidos por nuevas dependencias destinadas a almacenamiento incluidas en los grandes caseríos que se construyen desde el siglo XVII.

 En Galicia, la llegada del maíz hará desaparecer prácticamente los antiguos tipos de hórreos más endebles y se generalizará, con diferentes formas, el hórreo alargado con tornarratos que se convierte en un edificio casi exclusivamente para secar maíz con el aire que penetra por sus múltiples ventilaciones.

 En documentos asturianos de los siglos XIII y XIV, más explícitos que los de siglos anteriores, se observa como hay una pluralidad tipológica en la que se intuye la evolución que llevará a la aparición del modelo de hórreo actual. Tenemos a veces noticia de hórreos pallizos que debían de ser muy parecidos a los cabaceiros que aún se mantienen en el sur de Galicia y norte de Portugal,  pequeños hórreos cuya cámara es una especie de gran cesto de mimbre o paja entrelazada y cubiertos con un cono de paja (sorprendentemente semejantes a algunos graneros de África actual). En 1345 se cita en el  concejo de Carreño “un orrio que está enna dicha corrada del qual orrio ye la paret de pertiga polgada e de linnolos e tepchado de tella” cuya tipología sería muy semejante a la de los actuales aunque con la colondra (pared del hórreo) de pértigas pulgadas, varas peladas en castellano,  que deben de hacer referencia a  bandas de madera como las que se utilizan aún hoy para hacer los cestos que se llaman goxos o macones. En otros documentos se habla de hórreos con embuelgos, es decir, con esquinales enterizos como se ven en los hórreos actuales; otras veces de hórreos techados de palla; otros techados de tablas o de tella. Esta diversidad de hórreos que conviven será progresivamente barrida con la aparición a finales del siglo XV, en algún lugar de los concejos de Villaviciosa, Cabranes o Piloña, del hórreo asturiano actual. Sus características más destacadas, que lo diferencian del resto de hórreos peninsulares y europeos, son su cubierta a cuatro aguas y la posibilidad de ser trasladado de lugar indefinidamente sin que sufra su estructura.

 Este tipo de hórreo pudo ser datado en el siglo XVI después del descubrimiento en los años ochenta de varias fechas en hórreos del concejo de Villaviciosa. De este modo fue posible atribuir al mismo periodo otro importante número de graneros con características estructurales y decorativas semejantes.

 Es un hórreo totalmente desmontable que se puede armar y desarmar indefinidamente; no emplea clavazón de hierro sino que sus piezas van todas encajadas o fijadas con tornos de madera a presión. Se transporta fácilmente en dos o tres carros de bueyes y la estructura equilibrada de su cubierta a cuatro aguas, con respecto a la caja y al juego de fuerzas ejercidas, hace que sea de una resistencia infinitamente mayor que los hórreos anteriores. Esta fue la causa de la desaparición de aquellos, el nuevo modelo de hórreo era técnicamente muy superior.

 Su amplia cámara permitía guardar, además de la cosecha, productos cárnicos y lácteos, aperos de labranza, arcas con ropas, en su exterior pudo cobijar algún truébano o colmena primitiva... incluso podía servir de dormitorio suplementario y dejaba bajo sí un espacio techado de uso polivalente. Su mantenimiento se reducía a vigilar la colocación de las tejas que fuesen levantadas por los temporales. Era en un principio más costoso de hacer pero duraba indefinidamente, al contrario que los hórreos de paja y mimbres, y tenía la ventaja de su desmontabilidad en contraposición a los hórreos hechos con piezas de madera unidas con clavos; su construcción requería menos esfuerzo y era tan duradero como un edificio de  piedra.

 Quizá su ventaja más sobresaliente, tal vez causa principal de su creación y pervivencia, sea que al ser considerado un bien mueble se pueda colocar en terreno ajeno sin que ni el suelo se haga con la propiedad del hórreo ni el hórreo con la del terreno. En momentos en los que el campesino no era propietario de sus tierras ni de su casa seguramente estaría más dispuesto a invertir parte de su trabajo o de su excedente en un hórreo --que era de su total propiedad, que podía vender, empeñar o dejar en herencia-- y no hacerlo en mejorar o reedificar una casa que en última instancia pertenecería al amo de las tierras.

 Estos hechos, unidos a los avatares de la historia asturiana, propiciaron la pervivencia y continuidad  de desarrollo y expansión del hórreo, incluso después de la llegada del maíz en el siglo XVII. Una adaptación a la nueva coyuntura de este siglo la constituye la panera, básicamente un hórreo que en vez de tener planta cuadrada la alarga rectangularmente para ampliar su capacidad. Otra es el corredor; permite aumentar la capacidad de secado del maíz, hacer más cómodo el trabajo y, en ciertos lugares y épocas como sucede con la panera, se consideró un signo de prestigio y de moda.

 El tipo de hórreo del XVI se extenderá por todo el Centro y Oriente de Asturias desde Belmonte de Miranda hasta Llanes, desde  Gozón hasta Lena. No llegará a la zona occidental y quizá tampoco al extremo más oriental. En muchos lugares de montaña la construcción de hórreos en el siglo XVI cubrirá prácticamente sus necesidades y ya no se harán más sino muy esporádicamente, permaneciendo hasta hoy los hórreos que existían a principios de la Edad Moderna. El occidente de Asturias se poblará de hórreos del tipo actual en el siglo XVIII, posteriormente grandes paneras sustituirán en gran medida a éstos y a otros arcaicos que seguían en uso.

 Las primeras paneras, como decimos, se construyen en el siglo XVII pero es a  partir de la segunda mitad del XVIII y en el XIX  cuando aumentará con fuerza su número, así como el de hórreos nuevos, en los concejos del centro cercanos a las principales poblaciones: Oviedo, Avilés y Gijón. Estos concejos son los más llanos del país astur y en ellos  aún había terreno inculto agrícola propicio para la formación de nuevas caserías o la ampliación de las existentes, circunstancias que se consuman favorecidas por la demanda de alimentos que ejercen aquellas  incipientes ciudades.

 En el occidente: Cangas, Tineo, Allande... en esa misma época también aumenta el número de paneras aunque decrece significativamente el de hórreos que, como se dijo antes,  en gran parte serían de tipos antiguos. Varias circunstancias provocarán en esa zona la edificación de la siempre más prestigiosa panera: la costumbre de las comarcas occidentales de no dividir la casería entre herederos hace que aquella tenga mayores recursos, añádese a esto la extensión del cultivo del maíz y posteriormente de la patata que incrementarán la producción y las necesidades de almacenaje.

 En algunos concejos próximos a las grandes urbes asturianas el último impulso constructivo de paneras se da con motivo de la autarquía en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX.

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